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doi: 10.31391/ap.vi6.113                                                  Recepción: 04–03–2024                                                  Aprobación: 19–03–2024

Una lectura de los cierres de precampaña de Jorge Álvarez Máynez, Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum

Ricardo López
Universidad Iberoamericana Ciudad de México
ricardo@ibero909.fm
orcid: 0009–0001–5773–7041

López, R. (2024). Una lectura de los cierres de precampaña de Jorge Álvarez Máynez, Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum. Análisis Plural, (6).

Resumen:

Este artículo examina los discursos de las candidatas y el candidato a la presidencia de México, centrándose en la manera en la que hablan sobre sus estrategias de seguridad. Los discursos de cierre de precampaña de Xóchitl Gálvez, Claudia Sheinbaum y Jorge Álvarez Máynez sugieren una tendencia hacia las políticas de mano dura y militarización, a pesar de las promesas de cambio.

Abstract:

This article examines the speeches of the presidential candidates in Mexico, focusing on how they discuss their security strategies. The closing speeches of the pre–campaign by Xóchitl Gálvez, Claudia Sheinbaum, and Jorge Álvarez Máynez suggest a trend towards policies of “tough on crime” policing and militarization, despite promises of change.

Palabras clave:

campañas presidenciales en México, discursos políticos, política de seguridad, interpretación, legislación electoral

Keywords:

Mexican Presidential campaigns, political speech, security policy, interpretation, electoral legislation



En 1964 la escritora estadounidense Susan Sontag publicó un ensayo que tituló Contra la interpretación. El texto, dirían los británicos, hace lo que dice en la lata. En su forma más elemental el argumento de Sontag es que quienes se enfrentan a una obra de arte deben evitar la tentación de buscar significados ocultos detrás de lo que es aparente a los sentidos. “Por interpretación me refiero al acto mental consciente que ilustra un tipo de código, ciertas reglas de interpretación”, escribe Sontag. “Ante el arte, interpretar significa arrancar una serie de elementos (la X, la Y, la Z y demás) del todo de la obra. La tarea de interpretación es virtualmente una de traducción. El intérprete dice “Mira, ¿no ves que X realmente significa A ¿Que Y es realmente B?, ¿Que Z es en realidad C?”

Sontag no dice que las obras de arte son inefables o que no pueden ser descritas, sino que propone usar un vocabulario descriptivo que se enfoque en las formas. Es un ensayo sobre el papel de los críticos y la cultura que existe alrededor del arte: “La función de la crítica debería ser mostrar cómo es lo que es, incluso qué es lo que es, en lugar de mostrar lo que significa”, escribe Sontag. A veces lo que es es lo que es y nombrarlo así es suficiente.

Lo que nos convoca en estas páginas a usted y a mí, amable lector, poco tiene que ver con el estado del arte a mediados del siglo xx o con la labor de los críticos frente a una obra, pero no es ocioso comenzar ahí. La razón por la que conjuro a Sontag tiene que ver con una provocación de David Runciman a partir de su ensayo contra la interpretación. Runciman, quien dirigió el Departamento de Política y Estudios Internacionales de la Universidad de Cambridge entre 2014 y 2018, argumenta que la tesis de Sontag puede aplicarse a la política contemporánea y, sobre todo, a los sucesos políticos.

Runciman dice que es muy fácil perderse lo que realmente está sucediendo cuando uno está preocupado por buscar el mensaje profundo o la narrativa profunda, en vez de enfocarse en el cómo de la experiencia política. “Pasamos demasiado tiempo buscando el significado detrás de la cosa en vez de concentrarnos en la cosa en sí misma”, dice. “Ya sea que la cosa sea una acción, un discurso, una selección de palabras expresadas por un político o un resultado electoral.”

Hago mío el argumento de Runciman porque veo que uno de los problemas de la discusión pública en México es que quienes nos dedicamos a hablar y escribir sobre los asuntos públicos creemos que es importante leer las señales, conocer las motivaciones y auscultar las acciones de los políticos. Supongo que es una herencia del priismo, cuando la voluntad de un puñado de personas era lo único que importaba. En las páginas del periodismo político del siglo xx sobran historias de mensajes ocultos enviados en forma de asientos en una mesa, menciones en un discurso o apariciones en fotografías.

Desde el fin del presidencialismo autoritario y los primeros cambios que dieron certeza a las elecciones el sistema político mexicano ha regulado cada vez más la manera en la que se elige a los gobernantes. Con tantas normas cada contienda regala al habitual lector de noticias una buena oportunidad para ejercitar sus dotes cínicas, especialmente desde la reforma electoral de 2007, cuando el Congreso de la Unión adaptó los procesos de elección a las acusaciones de fraude del entonces candidato perdedor Andrés Manuel López Obrador.

Políticos y partidos hacen de todo para saltarse las reglas que ellos mismos redactan. En las calles y en las pantallas de nuestros teléfonos aparecen bardas pintadas con nombres de candidatos, portadas de revistas que nadie lee plasmadas en espectaculares de todo el país, cargos inventados para no decir que una candidata es candidata, mensajes dirigidos únicamente a simpatizantes y militantes, eventos que parecen mítines pero no lo son y una inversión millonaria en redes sociales. No es nuevo decir que la legislación mexicana es barroca y complicada, ni tampoco lo es decir que los políticos hacen de todo por brincarse las reglas.

Un periodista que admiro mucho —pero a quien no pedí permiso de citar, por lo que no revelo su nombre en estas páginas— suele decir que la ley electoral mexicana es soviética porque regula hasta lo más mínimo de prácticamente todos los aspectos del proceso. Es claro que la sobrerregulación es consecuencia de la desconfianza entre actores políticos. Unos partidos no confían en otros partidos, nadie confía en el Tribunal Electoral, los políticos no confían en sus propios partidos, la oposición no confía en el gobierno y algunos representantes cuestionan al árbitro electoral.

Lo que quiero decir, como muchas otras cosas, ya lo dijo antes Yásnaya Elena Gil en El País. “Me parece gracioso que hasta la fabricación de las boletas electorales esté influida por una profunda desconfianza”, escribe la ensayista. “En este país las boletas pueden llegar a tener fibras ópticas, marcas de agua, microimpresiones, tintas invisibles, impresión visible, impresión invertida e imagen latente entre otros tantos mecanismos que tratan de paliar las ansiedades que nos despiertan las elecciones en las que nunca terminamos de confiar del todo”.

En los últimos meses de 2023 y los primeros de 2024 los efectos de esa sobrerregulación tomaron distintas formas. La entonces senadora de la república Xóchitl Gálvez recibió la constancia de “coordinadora y responsable del Frente Amplio por México” el 3 de septiembre de 2023, luego de que el diputado Santiago Creel y la senadora Beatriz Paredes declinaran en su favor. Días después, el 10 de septiembre, Claudia Sheinbaum fue nombrada “coordinadora de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación”. Al comenzar las precampañas el 20 de noviembre ambas candidatas se graduaron a “precandidatas únicas” de sus respectivas coaliciones partidistas (pan, pri y prd para Gálvez y Morena, Verde y pt para Sheinbaum). Entre el 18 de enero y el 1 de marzo los medios las han llamado “virtuales candidatas” y no será hasta ese día cuando la realidad regulatoria alcance a la realidad social y todos los interesados puedan referirse a ellas como lo que son desde hace meses: candidatas a la presidencia de la república.

El caso de Jorge Álvarez Máynez es distinto. En enero ni él ni nadie hubiera apostado a que sería el candidato presidencial de Movimiento Ciudadano. Fue nombrado precandidato único el 20 de enero, luego de que Samuel García decidiera quedarse como gobernador de Nuevo León hasta 2027, en lugar de salir a buscar la presidencia.

Las reglas de la desconfianza, si me permite la cursilería de llamarlas así, sobre todo, hacen que durante las precampañas y las intercampañas las candidatas no puedan hablar de propuestas ni programas de gobierno. No se les permite decir “Yo quiero hacer X para mejorar Y”. Eso obliga a los medios de comunicación, los analistas, las especialistas y académicas a encontrar el significado escondido en los discursos, hacer predicciones y tratar de quitar el velo de incertidumbre a los mensajes de los políticos.

Metodológicamente —horrible palabra donde las haya— la manera más simple de comparar los mensajes de las tres campañas es analizando los discursos que Xóchitl Gálvez, Claudia Sheinbaum y Jorge Álvarez Máynez pronunciaron en sus eventos de cierre de precampaña, días antes del inicio de ese extraño periodo contemplado por la legislación electoral: la intercampaña. Uno puede asumir que en esos discursos se encuentran las prioridades de cada campaña, los mensajes que probablemente escucharemos durante los debates y algunas líneas que nos ayudan a entender el país que cada candidata quiere construir. Este texto aspira a ser, pues, una examinación crítica de los últimos discursos que Jorge Álvarez Máynez, Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum dieron como precandidatas a la presidencia de la república.

Lo que sigue no intenta ser una interpretación de las que molestan a Sontag. No buscaré significados ocultos ni mensajes entre líneas, aunque el análisis del discurso es subjetivo por su propia naturaleza. “Nuestra tarea no es encontrar la máxima cantidad de contenido en una obra de arte”, sigue Sontag. “Mucho menos exprimir más contenido del que ahí hay, nuestra tarea es quitar el contenido para ver la cosa.” Por cuestiones de tiempo, espacio y preocupación personal, solamente me fijaré en los fragmentos de los discursos en que las candidatas y el candidato se refirieron a sus estrategias de seguridad.

Hacer análisis de discurso, diría Gee, significa examinar la manera en la que el lenguaje es usado en el mundo. Partiendo de la premisa de que el lenguaje no es una herramienta neutral para describir la realidad, sino una manera de crear los mundos sociales que habitamos, es importante analizar los discursos de las personas que aspiran a gobernar un país de más de 126 millones de personas, cuya economía es la 12 del mundo, en donde 9.1 millones de personas viven en situación de pobreza extrema y cuyo promedio diario de asesinatos fue de 81 personas durante 2023.

El cierre de precampaña de Álvarez Máynez fue en Monterrey, ciudad gobernada por Movimiento Ciudadano y capital de uno de los dos estados gobernados por ese partido. Unos días antes, en un video publicado en redes sociales para anunciar su candidatura, el ahora candidato presidencial apareció en la misma mesa que Samuel García, gobernador de Nuevo León, y Mariana Rodríguez Cantú, candidata de mc al gobierno de Monterrey. Los tres jóvenes departían en una mesa llena de platos y vasos, tomando la cerveza de Monterrey (Carta Blanca) y hablando de cómo desayunaron huevos con machaca. Evidencia de cómo para Álvarez Máynez ha sido fundamental combinar la idea de juventud —hacemos política de forma informal, tomando una cerveza o dos— y de norteñidad para diferenciarse de las candidatas contra las que compite.

En su discurso habló de tres grandes elementos que integran su plan de “México Nuevo”. El primero tiene que ver con justicia. Álvarez Máynez hizo un diagnóstico basado en la realidad del país: “Basta de que la gente tenga miedo, de que la gente viva con el dolor permanente de no saber qué va a pasar en su vida, en su patrimonio y en sus libertades. Basta de que este país sea un infierno para las mujeres, basta de que las niñas y los niños no puedan salir a la calle por la inseguridad”.

Hasta ahí, ninguna novedad. Lo que sigue comienza a tomar tintes de mano dura contra la delincuencia. “Nosotros no vamos a delegar la tarea más importante de un gobierno. Si Nuevo León tiene Blackhawks, si Nuevo León tiene una Fuerza Civil digna, ¿por qué México no la puede tener?” La implicación de los Blackhawks, helicópteros de calibre militar usados por ejércitos de países como Estados Unidos, Afganistán, Turquía y Colombia, es que la crisis de inseguridad se resolverá comprando más armas y apostando por más tecnología de guerra.

El candidato de Movimiento Ciudadano sigue: “Le vamos a quitar al país de las manos a los delincuentes. En el México nuevo no hay derecho de piso. En el México nuevo no habrá derecho de piso y no vamos a aceptar, a normalizar, que haya mujeres desaparecidas. Los gobiernos se van a dedicar a encontrarlas y a los delincuentes que se metan con las mexicanas y con los mexicanos, los vamos a hacer que sientan el infierno en vida”. Es un discurso de confrontación directa contra “los delincuentes”, un enemigo abstracto y difuso, como los que hemos escuchado desde finales de 2005.

Xóchitl Gálvez cerró su precampaña en Acámbaro, un municipio de Guanajuato, estado gobernado con distintos niveles de éxito por el pan, el partido con el que hizo bancada durante sus seis años como senadora, aunque sin ser militante. Comenzó su discurso hablando sobre la inseguridad y aprovechó para referirse a su principal contendiente en la elección, Claudia Sheinbaum: “Hace unos días estuvo aquí la candidata de Morena acusando al gobierno de Guanajuato de ser el responsable de la inseguridad. Desde aquí le digo que es falso”.

La candidata del pan, pri y prd aseguró que el responsable de la inseguridad es el presidente López Obrador porque “decidió darle abrazos a los delincuentes y balazos a los ciudadanos” y “no quiso enfrentar a la delincuencia”. Gálvez dijo que “eso se va a acabar, porque yo sí voy a enfrentar a la delincuencia. Tengan la certeza que tengo las agallas para que ustedes vivan en paz”. La implicación lógica es similar. La delincuencia, ese enemigo abstracto, contra el que bastan las agallas.

Claudia Sheinbaum hizo su último discurso de la precampaña en la ciudad que gobernó durante poco más de cinco años. Desde un templete en el Monumento a la Revolución presentó 17 ejes de trabajo y habló también sobre la inseguridad. Como es natural para cualquier candidata que aspire a suceder en el poder a alguien de su partido, presumió que los resultados de seguridad del gobierno federal y de la ciudad son buenos, aunque expertos estén en desacuerdo con la manera en la que se cuentan los delitos.

A diferencia de sus competidores, Sheinbaum habló de la inseguridad como una crisis más profunda. “Atenderemos la seguridad desde la perspectiva de atención a las causas y de la cero impunidad”, dijo. “No nos vayamos con esas ideas de la mano dura, [...] o de la violación a los derechos humanos, es sencillamente el fortalecimiento de un sistema de justicia en nuestro país.” El problema del discurso, que tiene una perspectiva que va más allá de helicópteros o agallas, es que fue hecho por la candidata de un movimiento que ha militarizado como nunca antes la vida pública del país. Días después de su discurso Sheinbaum hizo suyas las propuestas de reformas constitucionales del presidente López Obrador, entre las que está pasar la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa.

El profesor Runciman asegura que Sontag propone que uno de los problemas de la interpretación es que busca los significados ocultos, lo que es secreto y sólo conocido por los iniciados. El trabajo de los intérpretes, entonces, es ayudarnos a ver lo que realmente pasa.Los politólogos Eva Bertram y Kenneth Sharpe escribieron a finales de los noventa que la guerra contra las drogas no se puede ganar porque el enemigo no es el ejército de una nación extranjera o un grupo insurgente, sino un mercado económico conformado por campesinos, transportistas y narcomenudistas.

La historia reciente de México es evidencia del fracaso de la estrategia de militarización de la seguridad pública. Vivimos en un país más violento que a finales de 2005, con niveles comparables de impunidad y una diversificación en las actividades de los grupos organizados. Un análisis de los discursos de cierre de precampaña de las personas que buscan la presidencia de la república sugiere que, gane quien gane, nos esperan seis años de una política de seguridad parecida a la que se ha perseguido durante tres administraciones de tres partidos diferentes.

Referencias

Bertram, E., & Sharpe, K. (1996). The unwinnable drug war: What Clausewitz would tell us. World Policy Journal, 13(4), 41–51. http://www.jstor.org/stable/40209502

Gálvez, X. [@XochitlGalvezR]. (2024, enero 18). Lo que hoy nos ofrecen no es vida, es mediocridad y tú mereces más. Acámbaro, Guanajuato. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=GKiUS8MfmBw

García, S. [@samuel_garcias]. (2023, noviembre 19). Los jóvenes hemos demostrado una y otra vez que sí se puede. Por eso hoy les presento a mi coordinador de campaña, mi compadre, amigo y compañero de luchas @AlvarezMaynez. ¡Ánimo! pic.twitter.com/vnreg9auwe. Twitter. https://twitter.com/samuel_garcias/status/1726345390369517886

Gee, J. P. (2014). How to do Discourse Analysis: A Toolkit (2a ed.). Routledge.

Gil, Y. E. A. (2024, enero 21). La pesadilla de Woldenberg: apuntes sobre las pre–precampañas. Tëkëëk’oojk. El País. https://elpais.com/mexico/opinion/2024-01-21/la-pesadilla-de-woldenberg-apuntes-
sobre-las-pre-precampanas-tekeekoojk.html

Grupo Reforma [@gruporeforma]. (2024, enero 18). Jorge Álvarez Máynez cierra precampaña presidencial por MC en Monterrey. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=cf3kdkFnAKk

Runciman, D. (2023, agosto 24). Sontag. London Review of Books. https://www.lrb.co.uk/podcasts-and-videos/podcasts/history-of-ideas/sontag

Sheinbaum, C. [@ClaudiaSheinbaumP]. (2024, enero 18). Cierre de precampaña “Sigamos Haciendo Historia”, en el Monumento a la Revolución. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=UHIDHWfu8NU

Sontag, S. (2001). Against interpretation: And other essays. St. Martin’s Press.