Exploraciones

doi: 10.31391/asbrek57                                                  Recepción: 28-08-2025                                                 Aprobación: 23-10-2025

Guadalajara, memorias vivas: construcción colectiva de memorias con sobrevivientes y familiares de víctimas de violaciones a derechos humanos en México

Jessica Chantal Alcázar Romero

Artículo 19 México y Centroamérica

jessica.alcazar@article19.org

orcid: 0009–0004–8707–966X

María De Vecchi Gerli

Artículo 19 México y Centroamérica

maria.devecchi@article19.org

orcid: 0009–0001–8424–1797

Alcázar, J. y De Vecchi, M. (2025). Guadalajara, memorias vivas: construcción colectiva de memorias con sobrevivientes y familiares de víctimas de violaciones a derechos humanos en México. Análisis Plural, (11).

Resumen:

Las memorias son sujetas de disputa. ¿Qué recordamos, a quiénes, por qué? Las narrativas que se instalan en una sociedad son un reflejo del pasado, de quiénes fuimos, pero también de nuestro presente y el futuro que queremos construir.

Jalisco, y particularmente Guadalajara, fueron bastiones de la lucha por un mundo mejor en los años setenta y ochenta del siglo pasado; territorios en donde la organización barrial, comunitaria y guerrillera creó diversos movimientos sociales.

En ese territorio de lucha y transformación el Estado mexicano respondió con la represión. Desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, cárcel y tortura.

A más de cincuenta años de esas violaciones las memorias resisten.

Este texto comparte la experiencia de trabajo de la organización Artículo 19 Oficina para México y Centroamérica con sobrevivientes y familiares de víctimas de violaciones graves a derechos humanos.

Primero, creamos los Archivos de la Represión,1 después, los Archivos de la Resistencia.2 A partir de ahí, en conjunto con el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (iteso), generamos un proceso de rescate de las memorias que consistió en realizar talleres con sobrevivientes y familiares, cartas sonoras, murales y una exposición itinerante.

A través de estas acciones se rescatan, resguardan y resignifican las memorias para que podamos entender el presente de Jalisco, como la entidad con mayor número de personas desaparecidas en México, entendiendo el pasado de represión, violencia e impunidad que hoy continúa.

Abstract:

Memories are subject to dispute. What do we remember? Who do we remember? And why? Narratives rooted in society reflect the past, who we were, but also the present and the imaginable future.

In the 1970s and 1980s, Jalisco, particularly Guadalajara, were important sites of the struggle for a better world.

These were places where neighborhood, community, and guerrilla organizations formed various social movements. In this territory of struggle and transformation, the Mexican state responded with repression: There were enforced disappearances, extrajudicial killings, imprisonment, and torture. More than fifty years after these violations of human rights, the memories remain.

This text recounts the work experience of Article 19’s Mexico and Central America office with survivors and relatives of victims of human rights abuses. First, we created the Archives of Repression, and then the Archives of Resistance. We then initiated a process of memory preservation in collaboration with iteso, which resulted in a series of workshops with survivors and relatives of victims of human rights violations. These workshops produced sound letters, murals in various city neighborhoods, and a multimedia exhibition.

Through these actions, memories are rescued, safeguarded, and given new meaning. This allows us to understand the present situation in Jalisco—the state with the highest number of disappeared persons in Mexico—by examining its history of repression, violence, and impunity, which continues today.

Palabras clave:

memoria, desaparición de personas, terrorismo de estado, archivos, derecho a la verdad

Keywords:

collective memory, enforced disappearance, State terrorism, archives, right to truth

Introducción

Las memorias son espacios de disputa. Hablar de memorias en Jalisco, particularmente en la ciudad de Guadalajara, parte de la preocupación de comprender las huellas de la represión y resistencia del periodo de violencia de Estado entre las décadas de los setenta y noventa en México.

De ahí la importancia de crear y replicar contranarrativas que reflejen el pasado, nos ayuden a comprender el presente y a construir un futuro más justo. Contribuir a esta tarea es fundamental, sobre todo en un contexto de continuidad de la violencia y de la crisis de desaparición que dolorosamente atraviesa nuestro país. Entender el pasado de la represión es también comprender la violencia y la impunidad que hoy continúa, con Jalisco como una de las entidades con el mayor número de personas desaparecidas en México, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, y el propio Registro Estatal de Personas Desaparecidas en Jalisco, con 15,878 personas desaparecidas en este estado (repd, 2025).

En años recientes Jalisco se ha puesto en el mapa de la violencia y el terror con hallazgos como el de los camiones congeladores transportando cuerpos (Franco, González, Tapia, Gallardo, Vargas, 2020), las cremaciones ilegales (Article 19 México y Centroamérica, 2020) y el del rancho Izaguirre (Franco, 2025), pero también ha sido faro en la construcción de memoria de familiares de personas desaparecidas, por ejemplo, tomando una glorieta central de la ciudad de Guadalajara y haciendo espacios de memoria en localidades como Lagos de Moreno (Souza y Franco, 2017).

Entre la década de los setenta y ochenta del siglo pasado Guadalajara fue bastión de la lucha social y política. La organización barrial, comunitaria y estudiantil se plasmó en diversas expresiones del movimiento social, incluido el movimiento armado con el surgimiento de las tres principales guerrillas urbanas del país: la Unión del Pueblo (up), las Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo (frap) y la Liga Comunista 23 de septiembre (lc23s). En aquella época Guadalajara también fue el bastión del “anticomunismo” (Moreno, 2016) enquistado en las filas de la Universidad de Guadalajara, y principalmente en la Federación de Estudiantes de Guadalajara (feg). En este contexto, el Estado mexicano respondió con la represión: desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, cárcel y tortura con la finalidad de exterminar cualquier oposición al régimen.

Artículo 19 Oficina para México y Centroamérica, a partir de la creación de las plataformas digitales Archivos de la Represión y Archivos de la Resistencia, ha fomentado el rescate de las memorias con sobrevivientes, exmilitantes y familiares de víctimas de graves violaciones a los derechos humanos.

En este texto recuperaremos la experiencia de trabajo desarrollado en Guadalajara, en colaboración con el Centro Universitario por la Dignidad y la Justicia “Francisco Suárez, sj” del iteso. Este proceso consistió en la realización de talleres de memoria con exmilitantes, sobrevivientes y familiares de víctimas de violaciones graves a los derechos humanos, lo que dio por resultado las “Cartas Sonoras. Correspondencias para la Ausencia”. Además, se elaboraron cuatro murales en los barrios de San Andrés y Analco, que fueron incluidos en el llamado “Circuito por la Memoria”, iniciativa de diversos colectivos de sobrevivientes y familiares de víctimas.

Talleres de “Cartas Sonoras. Correspondencia para la Ausencia”

Entre febrero y junio de 2024 se realizaron más de diez sesiones con familiares de víctimas y sobrevivientes de violaciones graves a derechos humanos durante el periodo de violencia por parte del estado en Jalisco, con el objetivo de rescatar la memoria y las historias de vida de las personas desaparecidas o asesinadas extrajudicialmente en Guadalajara.

Se generó un espacio de confianza con familiares y sobrevivientes bajo un enfoque de acompañamiento psicosocial desde el cuidado, guiado por la psicóloga Valeria Moscoso, que contribuyó a la escritura de las cartas, a la escucha colectiva y grabación de éstas como un acto de dignificación de las personas desaparecidas o asesinadas.

Las primeras sesiones consistieron en contextualizar el periodo, recordar la historia de la organización barrial, familiar, económica y política, principalmente en la década de los sesenta y setenta en Guadalajara. Posteriormente, se trabajó el significado de las memorias desde las vivencias personales y colectivas, y las narrativas oficiales como contraste.

Las siguientes sesiones nos dedicamos a conocer y a nombrar las violencias vividas, desde ejercicios prácticos que abordaron colectivamente las marcas personales como persecución, tortura, hostigamiento, desaparición, asesinato extrajudicial, abusos y demás violaciones a los derechos humanos. Finalizamos con las formas de afrontamiento, aprendizajes individuales y colectivos para transitar las violencias, transformando las secuelas de las agresiones en diversas formas de resistencia.

Escribir. Hablar. Escuchar. Eso son estas cartas sonoras: correspondencias para la ausencia: actos de memoria y dignificación de colegas y familiares, que pueden encontrarse en plataformas digitales como Spotify y el canal de YouTube de Article 19.3

Alejandra Cartagena escribió dos cartas, dirigidas a su mamá, desaparecida el 5 de enero de 1978, y a su hermano adoptivo Mario Álvaro Cartagena López, el “Guaymas”, sobreviviente de desaparición forzada en la década de los setenta. Alejandra es hija de Leticia Galarza Campos y David Jiménez Sarmiento, ambos militantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre (lc23s).

Kiyra Zaragoza, sobreviviente de este periodo, escribió una carta a su abuelo y a su madre, María de la Paz; dedicó su redacción a todas las madres buscadoras y guerrilleras. Kyra es hermana de Raúl, Francisco, Netzahualcóyotl, David y Salvador, todos ellos guerrilleros.

Eduardo Cartagena López le escribió a su hermano Álvaro, el “Guaymas”, un testigo clave de las desapariciones perpetradas por el estado mexicano y un luchador social, fallecido en 2021.

Bertha Lilia Gutiérrez Campos, “Tita”, le escribió a Arnulfo Prado Rosas, “el Compa”, asesinado el 23 de noviembre de 1970. El Compa fue uno de los jóvenes dirigentes del Frente Estudiantil Revolucionario (fer), además de pertenecer al grupo barrial “Los Vikingos” en San Andrés, Guadalajara. Tita es exmilitante de la Liga Comunista 23 de Septiembre (lc23s).

Carlos Mercado escribió una serie de cartas a su hermano Francisco Mercado Espinoza, “El Flaco”, desaparecido por el estado mexicano el 10 de febrero de 1977. Carlos es hijo de doña Antonia Espinoza Alatorre, quien buscó amorosamente durante décadas a su hijo Francisco, desaparecido en Ciudad Juárez. Estas cartas también fueron un homenaje a su madre buscadora.

Jorge y Lucha Pérez Mora (hermanos), le escribieron a su madre Mariquita Mora, también conocida como “Gervasia”, y a su hermano Enrique Pérez Mora, “el Tenebras”, asesinado en Culiacán por miembros de la Dirección Federal de Seguridad (dfs) el 16 de junio de 1976. Enrique fue uno de los dirigentes principales de la Liga Comunista 23 de Septiembre (lc23s).

Lucha y Jorge, como parte de la familia Pérez Mora, recuerdan con orgullo, amor, dignidad y cariño las actividades militantes de su madre y su hermano. Mariquita, su madre, siempre apoyó a su hijo en la organización política y social, inclusive en la clandestinidad.

Carlos Sepúlveda le escribió a Juan Manuel Rodríguez Moreno, “el Clark”, quien murió el 14 de febrero de 1973 tras un incidente en un entrenamiento de la guerrilla en Jalisco. Carlos es exmilitante del fer, exmilitante activista de la Liga Comunista 23 de Septiembre e impulsor de los Talleres de Educación y Capacitación Sindical, en el contexto de la insurgencia sindical democrática de los años setenta del siglo xx en Jalisco.

Por último, Ricardo Velasco le escribió a Efraín González Cuevas, “el Borre”, asesinado el 29 de agosto de 1973 en la colonia La Esperanza en Guadalajara. Ricardo es exintegrante del fer y sobreviviente de desaparición forzada y tortura por parte del estado mexicano en la década de los años setenta.

Impulsamos que esas cartas llegaran a una escucha amplia y colectiva de jóvenes, académicos, periodistas y público en general, no solo como un acto de dignificación de las víctimas, sino como un ejercicio de memoria para conocer y reconocer las violaciones a derechos humanos vividas en este periodo en Jalisco y en México.

Así como quienes escribieron las cartas son lo que Elizabeth Jelin llama “personas emprendedoras de memoria”, las cartas son vehículos de memoria, productos en los que se materializan las memorias para después compartirse, viajar y seguirse sembrando en otras personas, otros espacios y otras colectividades (Jelin, 2002).


Foto 1. Bertha Lilia Gutiérrez Campos “Tita” lee la carta dedicada a su compañero y pareja sentimental en su adolescencia:
Arnulfo Prado Rosas, el “Compa”, quien fue asesinado el 23 de noviembre de 1970.

Fotografía: Leopoldo Maldonado


Foto 2. Kiyra Zaragoza Jiménez, sobreviviente del periodo de violencia de Estado, redactando su primer borrador de
su carta en el marco del taller de memoria en Guadalajara, Jalisco.
Fotografía: Leopoldo Maldonado

Estas cartas fueron retomadas en la exposición “Vestir la represión”, cuya curaduría llevó a cabo la periodista Vanesa Robles, académica de iteso, donde formaron parte de una de las instalaciones (para más información pueden consultar el artículo de Vanesa Robles, “Nadie se salva solo, ni siquiera del olvido. Curaduría, memoria y derechos humanos ante la guerra sucia represión de Estado en México”, sobre esta exposición, en este mismo número de Análisis Plural).

Murales

El proceso de creación de un mural desde las primeras ideas es fundamental en la construcción colectiva de la memoria. Priorizamos, en este sentido, el acompañamiento a familiares de víctimas y sobrevivientes de graves violaciones a los derechos humanos en Guadalajara con una serie de talleres prácticos con metodología de participación coordinada por la consultora Karina Casillas, cuyo objetivo fue recuperar las ideas personales y colectivas para convertirlas en una propuesta gráfica y artística. Posteriormente, se hicieron propuestas a cargo de tres jóvenes muralistas locales, agrupados en el proyecto cultural “Casa Quinqué”, que fueron discutidas y transformadas hasta llegar a la elaboración de cuatro murales, tres en el barrio de San Andrés y uno en Analco.


Mapa de ubicación de los murales en la ciudad de Guadalajara.

La primera sesión se basó en la propuesta del “teatro oprimido” del pensador Augusto Boal (2002), esto es, trabajar con los y las participantes ocupando el teatro para analizar y transformar las vivencias de opresión y violencia en imágenes a través de los cuerpos. De esta manera, surgieron ideas que fueron recuperadas gráficamente y sirvieron de insumos para la elaboración de los cuatro murales. Posteriormente, se trabajó con documentos de archivos, principalmente periódicos locales de la época, con la finalidad de identificar narrativas hegemónicas y problematizar cuáles ideas colectivas o experiencias personales se querían plasmar en los primeros bocetos.

En las siguientes sesiones se trabajaron esas ideas y se comenzó a discutir con propuestas concretas. A pesar de los retos por discutir las ideas y el simbolismo gráfico de estas, se fue avanzando en acuerdos entre los artistas y el colectivo de familiares y sobrevivientes.


Foto 3. Realización de bocetos en Casa Quinqué, Guadalajara, Jalisco.
Fotografía: Leopoldo Maldonado

Primer mural

El mural se realizó en el Jardín de Niños “Silvano Barba”, a un lado de la escuela primaria “Lázaro Cárdenas” del barrio de San Andrés, donde estudiaron la mayoría de los miembros de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Fue realizado por Roberto Navarro Becerra, “Reor”, Gallo Morales y Jorge Ismael Delgado López, “Afro”, con la participación del barrio, incluidas maestras, vecinos y estudiantes. En este mural

Se plasman los orígenes de la lucha por la democratización de la Universidad de Guadalajara, con la creación del Frente Estudiantil Revolucionario (fer), y la organización estudiantil para demandar el cumplimiento del Artículo 3° de la Constitución, el derecho a la educación, principalmente a jóvenes obreros, campesinos, es decir, una educación de carácter popular en un contexto álgido del movimiento político en Jalisco y en el país (Orozco Michel, Guadalajara, junio de 2024).


Foto 4. Primer mural.
Fotografía: Leopoldo Maldonado

Segundo mural

Constituye un homenaje a dos momentos emblemáticos de la lucha social en Guadalajara durante la década de los setenta. La primera parte está dedicada al funeral de Arnulfo Prado Rosas, “el Compa”, principal dirigente estudiantil del fer y miembro de “Los Vikingos”. Tras su asesinato a manos de integrantes de la feg su sepelio en el Panteón de San Andrés se convirtió en un acto de resistencia colectiva.

El fer, conformado principalmente por estudiantes de la Universidad de Guadalajara, y “Los Vikingos”, con origen en el barrio de San Andrés, representaron los primeros intentos de las juventudes tapatías por romper con el régimen político autoritario. Ambos grupos se expandieron hacia colonias como Santa Tere y Chapalita, siempre con una visión crítica y disidente, en busca de espacios de representación en la universidad y de mejores condiciones de vida para sus comunidades.

En contraste, la feg operaba como brazo represor del movimiento estudiantil, financiada por el régimen en el marco de la política anticomunista de los años sesenta y setenta. Su función era desmovilizar y agredir a estudiantes opositores en Jalisco, muchas veces en coordinación con la Dirección Federal de Seguridad (dfs). En el mural se plasma cómo, durante el entierro de “el Compa”, las fuerzas represivas intentaron detener a los jóvenes ahí presentes. Frente a ello, un grupo de mujeres se organizó formando una barrera protectora, símbolo de la solidaridad y la resistencia frente a la violencia estatal.

La segunda parte del mural está dedicada a esas mujeres que encabezaron la denuncia contra la desaparición forzada de sus hijas e hijos por parte del estado mexicano. Agrupadas en el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Exiliados y Desaparecidos Políticos en Jalisco, se convirtieron en un referente de la lucha por los derechos humanos en el país. Sus rostros aparecen en la obra como memoria viva: María Pérez Mora, madre de “el Tenebras”; Graciela López, madre de “el Guaymas”; Antonia Espinoza Alatorre, madre de Francisco Mercado Espinoza; Margarita Enríquez, madre de Saúl Meza Enríquez, y Virginia Tirado, madre de Tomás Lizárraga Tirado, “el Tom de Analco”.

El mural fue realizado por Jorge Ismael Delgado López, “Afro”, con la colaboración de excombatientes y vecinos del barrio de San Andrés. Se ubica en la esquina de Valentín Gómez Farías y Martínez Valadez.


Foto 5. Toma del mural en donde se representan las personas desaparecidas y sus madres,
quienes les buscaron desde los primeros días de su desaparición a partir de la década de los setenta.

Fotografía: Leopoldo Maldonado

Tercer mural

Pedro Orozco Guzmán, “Camilo”, y Enrique Pérez Mora, “el Tenebras”, dirigentes del fer y de la lc23s en Jalisco, están representados en este tercer mural.

En medio del mural se encuentra un corazón con el que se ilustra la voluntad de decenas de jóvenes por cambiar el sistema político y social de la época, a través de la frase “Yo vengo a ofrecer mi corazón”. A su vez, este corazón representa el lazo y el cariño revolucionario entre María Mora, “Gervasia”, y su hijo, “el Tenebras”, ya que tras el asesinato de este el 16 de junio de 1976 los compañeros lograron obtener el corazón de Enrique, como un gesto hacia la señora María Mora, quien guardó ese corazón hasta su muerte.

Mi abuela María guardó en un frasco, hasta su muerte, el corazón de mi papá. Cuando él murió en Culiacán su cuerpo fue trasladado a Guadalajara sin embalsamar. Ahí sus amigos del barrio lo llevaron a la casa de estudiantes donde vivían y lo comenzaron a limpiar y tomaron el corazón y lo colocaron en un frasco de café y se lo entregaron a mi abuela, porque a ellos “el Tenebras” les dijo que su corazón era de su madre (De los Ríos, 2025).

Cabe mencionar que María Mora fue un apoyo inigualable para la guerrilla. Convirtió su hogar en un refugio para las y los compañeros del movimiento armado y acompañó de cerca la demanda de justicia para las y los presos políticos, así como la búsqueda de las personas desaparecidas a través de la organización de las doñas en Jalisco. El término “doñas” se refiere a esas mujeres y madres buscadoras, pioneras en la década de los setenta, que denunciaron la desaparición forzada de sus seres queridos a manos del estado mexicano.

Otro elemento del mural es la representación de la realización y distribución del Madera, de la lc23s, que funcionó como herramienta central de comunicación: difundía información sobre acciones, luchas sindicales, estudiantiles y campesinas, además de textos de formación política interna y críticas a la izquierda de la época.

El mural fue realizado por Roberto Navarro Becerra, “Reor”, con la participación de vecinos del barrio de San Andrés, sobrevivientes y familiares.


Foto 6. Vista del tercer mural donde se muestra el corazón en la mano,
como símbolo de la lucha guerrillera.
Fotografía: Leopoldo Maldonado

Cuarto mural

El último de los murales está dedicado a varios de los miembros de la lucha estudiantil y del movimiento armado socialista en Jalisco. Se resaltan las figuras de Tomás Lizárraga Tirado, “el Tom de Analco”, Héctor Miguel Topete Díaz, “el Nabor”, Wenceslao Ochoa Martínez, “el Wences”, y Juan Manuel Rodríguez Moreno, “el Clark”, cuatro jóvenes estudiantes que cayeron en la lucha participando en el movimiento armado de la década de los años setenta.

En este mural también se destaca la foto icónica publicada por el periódico El Informador, que muestra gráficamente el secuestro de José Reyes Mayoral Jáuregui, detenido–desaparecido en su domicilio en Guadalajara el 23 de agosto de 1977 por elementos de la Brigada Blanca, un grupo especial de la dfs.

Su caso es ejemplar a nivel nacional porque se trata probablemente de la única detención–desaparición forzada de la que hay testimonio fotográfico gracias a una imagen captada por un fotógrafo. La imagen con la detención del señor Mayoral fue publicada en El Informador el 24 de agosto de 1977 en la página 6–A. El fotógrafo cubría lo que parecía un operativo policiaco, pero en realidad se trató de un hecho que forma parte de la llamada “Guerra Sucia” operada por el Estado mexicano en contra de grupos y personas que consideraba disidentes políticos (Rubén Martín, 2023).


Imagen del momento en que la Policía Judicial de Jalisco detiene a José Reyes Mayoral Jáuregui, el 23 de agosto de 1977.
Fotografía: Leopoldo Maldonado

El señor Mayoral Jáuregui no era disidente. Era padre de Rubén Mayoral, joven militante de la Liga Comunista 23 de Septiembre, quien ese día se encontraba de visita en la casa familiar. A la llegada de la Policía Municipal, Policía Estatal y la dfs, Rubén logró escapar. Gracias a la fotografía publicada la familia Mayoral Román pudo identificar a tres de los policías que participaron en la desaparición: José Flores, comisionado de la Policía Municipal a la dfs; Pedro Azpeitia, agente de la Policía Judicial del Estado, y Gilberto Murillo Villanueva. Otra evidencia de la desaparición forzada fue que el automóvil de la víctima fue visto posteriormente estacionado en la puerta de la xv Zona Militar, en pleno centro de Guadalajara.

El mural fue realizado por el artista tapatío Gallo Morales, en colaboración con sobrevivientes y familiares del periodo de violencia de estado, y se encuentra ubicado en el Barrio de Analco.


Foto 7. Mural dedicado a miembros de la guerrilla en el barrio de Analco en Guadalajara, Jalisco.
Fotografía: Leopoldo Maldonado

Circuito de Memoria “Enrique Pérez Mora”

Los colectivos Rodolfo Reyes Crespo y Francisco Mercado Espinoza han resignificado espacios de memoria en sitios en los que sucedieron hechos fundamentales para la lucha política en el periodo de violencia de estado en Guadalajara, principalmente en el barrio de San Andrés.

Los cuatro murales se incorporaron al Circuito de Memoria nombrado Enrique Guillermo Pérez Mora, “el Tenebras”. Esta ruta comprende también el Parque San Rafael (barrio San Andrés), el Panteón de San Andrés, los murales de Francisco Javier Mina, el Penal de Oblatos, la Primaria Lázaro Cárdenas del Río y el Antimonumento sobre la Liga Comunista 23 de Septiembre en la plaza central “Mariano Escobedo” en el barrio de San Andrés.



Foto 8. Integrantes del colectivo Memoria y Resistencia y Rodolfo Reyes Crespo, conformado por familiares
y sobrevivientes de Guadalajara, realizaron el “Circuito de la memoria” con el fin de recordar el legado
de lucha y resistencia de los movimientos sociales del pasado.
Fotografía: Leopoldo Maldonado


Foto 9. Vista del interior del cementerio de San Andrés con la manta de información
del Circuito de la Memoria. Parada realizada en el primer recorrido en el marco
de los talleres con sobrevivientes y familias.
Fotografía: Leopoldo Maldonado


Foto 10. Manta con información de los sitios de memoria, colocada en el quiosco
de la plaza principal del Barrio de San Andrés en Guadalajara.
Fotografía: Leopoldo Maldonado

Conclusiones

El pasado es pasado, pero lo que puede cambiar es la interpretación que tenemos de este, cómo miramos los acontecimientos y las personas, instituciones y geografías que fueron protagonistas. En esta idea, las cartas, los procesos de creación de los murales y los propios murales, así como la exposición “Vestir la represión”, plantean un pasado que ya sucedió, pero ayudan a su reinterpretación, presentando contranarrativas a la historia oficial. Además, invitan a cuestionar un presente de impunidad y silencio que ha posibilitado una actualidad con más de 133 mil personas desaparecidas, según cifras oficiales, en la que la verdad y la justicia siguen siendo los grandes pendientes.

En un momento en que el estado mexicano ha fallado en traer verdad, memoria y justicia con respecto a las violaciones graves a derechos humanos cometidas durante el periodo de terrorismo de estado de los años sesenta a los años ochenta, las acciones que puedan hacerse desde la sociedad civil, incluida la academia, organizaciones no gubernamentales y colectivos de sobrevivientes y familiares de víctimas de violaciones graves a los derechos humanos, contribuyen a la permanencia de las memorias subterráneas y a garantizar el derecho a la verdad de las víctimas y la sociedad en general.

La experiencia de memorialización presentada en este texto puede servir como ejemplo en otros contextos en los que pretenda trabajarse con comunidades de sobrevivientes y familiares de víctimas de violaciones a derechos humanos. Lograr una participación comunitaria amplia y el trabajo intergeneracional con artistas o emprendedores de memoria más jóvenes permite que las memorias sean abrazadas y acompañadas no solo por la comunidad que las ha abrazado y cuidado durante décadas, sino también que sean apropiadas por otros grupos que puedan seguirlas acompañando y llevando al espacio público.

Más aún, estos trabajos de memoria, como los nombra Elizabeth Jelin (2002), permiten centrar la atención en dos grupos particulares que fueron, han sido y son quienes mantienen estas memorias vivas y circulando, y las exigencias de verdad y justicia, vigentes y presentes. Estos grupos son, por supuesto, las personas desaparecidas cuyas ausencias se hacen presentes a través de quienes les buscan, les recuerdan y les nombran.

Bibliografía

Article 19 México y Centroamérica. (2020, 19 de noviembre). Abriendo grietas: Contribuciones de sobrevivientes y familiares de víctimas de violaciones graves a ddhh y derecho a la verdad. Recuperado de https://articulo19.org/article-19-presenta-el-informe-abriendo-grietas-
contribuciones-de-sobrevivientes-y-familiares-de-victimas-de-
violaciones-graves-a-derechos-humanos-al-derecho-a-la-verdad/

Boal, A. (2002). Teatro del oprimido (16.ª ed.). Alba Editorial.

Centro Prodh. (2024, 25 de marzo). Por primera vez se reconstruyen visualmente los vuelos de la muerte. Recuperado de https://
centroprodh.org.mx/2024/03/25/por-primera-vez-se-reconstruyen-
visualmente-los-vuelos-de-la-muerte/

De los Ríos Merino, Alicia (agosto, 2024). Para vencer el olvido: los esfuerzos por historiar los archivos de la contrainsurgencia en el México del siglo xxi. Recuperado de https://archivosdelarepresion.org/wp-content/uploads/2024/10/vencer-el-olvido_alta.pdf

Franco, Darwin. (2025, 12 de marzo). Teuchitlán: cuando la necromáquina opera impunemente. Recuperado de https://www.
zonadocs.mx/2025/03/12/teuchitlan-cuando-la-necromaquina-opera-
impunentemente/

Franco, D., González, F., Tapia, F., Gallardo, A. & Vargas, S. (2020, 17 de septiembre). Jalisco: La verdad de los “tráileres de la muerte”. Recuperado de https://adondevanlosdesaparecidos.org/2020/09/17/jalisco-la-verdad-de-los-traileres-de-la-muerte/

Jelin, Elizabeth. (2002). Los trabajos de la memoria. Siglo xxi Editores, España. Recuperado de https://www.centroprodh.org.mx/
impunidadayeryhoy/DiplomadoJT2015/Mod2/Los%20trabajos%20de%20la%20memoria%20Elizabeth%20Jelin.pdf

Martín, Rubén. (2023, 5 de julio). Memoria y resistencia contra la represión. Recuperado de https://www.informador.mx/ideas/
Memoria-y-resistencia-contra-la-represion-20230705-0019.html

Moreno González, M. G. (2016). El movimiento anticomunista en Jalisco durante los años setenta. Espiral Estudios sobre Estado y Sociedad, 24 (68), 113…153. Recuperado de https://doi.org/10.32870/espiral.v24i68.6334

Souza, Dalia y Franco, Darwin. (2017,17 de octubre). La ley de la verdad. Recuperado de https://piedepagina.mx/la-ley-de-la-verdad/


  1. 1 https://archivosdelarepresion.org/

  2. 2 https://archivosdelaresistencia.org/

  3. 3 https://www.youtube.com/@article19mxca