Exploraciones

doi: 10.31391/rt4q5w65 Recepción: 08-09-2025 Aprobación: 19-09-2025
No puede haber economía social y solidaria sin una perspectiva red
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Miguel Bazdresch Parada Gabriela Ortiz Michel |
Josefina Robles Uribe Bazdresch, M. et al. (2025). No puede haber economía social y solidaria sin una perspectiva red. Análisis Plural, (10).
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Resumen: El trabajo en red es indispensable para que la economía social y solidaria (ess) cobre vida. Se expone la experiencia Tejiendo Redes en el iteso. Se muestra cómo la solidaridad y el cuidado del otro construyen vínculos y redes colectivas, sociales y solidarias. El proceso fue impulsado con cinco enfoques: economía, solidaridad, tejido social, tejido en red y el cuidado–conversación. Se describe y analiza cómo se dieron interacciones y relaciones basadas en la confianza, el compromiso y la articulación de lo personal con lo colectivo. Se recupera así la esencia de la economía: sostener nuestra casa común. |
Abstract: Networking is essential for the Social and Solidarity Economy (sse) to come alive. The experience of Tejiendo Redes at iteso is presented. It shows how solidarity and care for others build collective, social, and solidarity–based bonds and networks. The process was driven by five approaches: economy, solidarity, social tissue, networking, and care–conversation. It describes and analyzes how interactions and relationships emerged based on trust, commitment, and the connection between the personal and the collective. In this way, the essence of the economy is recovered: sustaining our common home. |
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Palabras clave: economía social y solidaria, solidaridad, tejido social, tejido en red, conversación |
Keywords: social and solidarity economy, solidarity, social tissue, networking, conversation |
Introducción
Una claridad se instaló: no puede haber economía social y solidaria (ess) sin una perspectiva red. Pero ¿qué significa esto? La palabra “red” —sobre la cual cualquiera puede tener una o varias imágenes mentales— se vuelve un reto cuando se busca como configuración o disposición en sí misma, más allá de lo simbólico o de su uso nominativo. Después de todo, si ya existimos interconectadas —incluso con agentes no humanos—, si ya vivimos y accionamos conectados, la pregunta emergente es: ¿qué hay que hacer frente a la apuesta por la ess?
El proyecto Tejiendo Redes surgió como un espacio de encuentro entre profesores de la Universidad iteso, cuya docencia y vinculación se da con organismos de la economía social y solidaria. El propósito, darnos tiempo para conversar sobre los retos que vivimos en el acompañamiento a esas organizaciones, compartir aprendizajes y reconocer cuáles prácticas nos ayudan a colaborar en la construcción de una economía más justa y sostenible.
La metodología del tejido red pone por frente la exploración, el aprendizaje y la reflexión conjunta, en un contexto de búsqueda constante con formas de trabajo abiertas, flexibles y co–construidas (Laboratorio de Redes en la Sociedad del aprendizaje, 2023, pp. 16–17). El proceso implica detectar cuáles son los vínculos entre los miembros de la colectividad y promover una conversación profunda que nos haga reflexionar con el otro.
Este documento presenta la experiencia del proyecto Tejiendo Redes, y para ello iniciamos con un ejercicio conceptual en torno a la ess, no como una conclusión cerrada, sino como parte del proceso del que viene y continúa. Comienza con una concepción de la economía como una que nace de la colectividad, que va más allá del mercado apostando por las personas, los territorios y el cuidado de la vida misma. Nos adentramos a explorar la moción solidaria y cómo ésta se configura como una relación convivencial, que solamente puede verse en la metáfora de un entramado o tejido social. Lo social de esta economía por la que apostamos está justo en ese entramado, en la configuración de vínculos que permiten y configuran la vida social misma.
Desde la economía
En medio de un mundo caracterizado por una fuerte desigualdad de ingresos, una crisis ambiental y una economía que ha dejado de mirar a las personas, nos preguntamos ¿y si la economía pudiera ser otra cosa más allá de los mercados, el dinero y el crecimiento?
El término economía proviene de oikonomos, que significa “el que administra una casa” (Mankiw, 2012, p.3). Esa casa que, como señaló el papa Francisco en la encíclica Laudato Si’ (Francisco, 2015), es el planeta entero, compartido, interdependiente y herido. La economía no es una maquinaria de tecnicismos financieros, es una forma de organizarnos para cuidar la vida, en todas sus expresiones.
Existen propuestas que nos invitan a hacer economía desde otras formas, con otras métricas y, sobre todo, poniendo a las personas en el centro de los procesos y no al capital. Estas propuestas no derivan del modelo del homo–economicus, seres racionales que buscan maximizar los beneficios (Mankiw, 2012, p.480), sino del anhelo colectivo por vivir bien y crear vínculos que den soporte cuando el mercado y el Estado no alcanzan a hacerlo. Se trata de la economía social y solidaria. Esta propuesta nace desde los territorios, desde lo cotidiano y en la reciprocidad. Como plantea Coraggio (2011), no se trata únicamente de satisfacer necesidades, sino de transformar las relaciones sociales, de colocar a la persona, en el corazón del quehacer económico. Una economía que dialoga con la crítica feminista, que visibiliza el cuidado como trabajo esencial y reconoce que, sin la reproducción social, no hay producción posible.
No se trata de formas de organización nuevas, han estado ahí desde hace mucho tiempo, pero muchas veces invisibilizadas. En ellas se produce, intercambia y consume de otro modo, al tiempo que se cuestiona el modelo económico capitalista dominante que considera a la persona como un insumo en los procesos productivos.
La ess no se presenta como alternativa única, sino reconoce una amplia variedad de experiencias que conectan personas, colectivos y territorios. Se expresa en cooperativas, mutuales, monedas sociales, mercados alternativos, bancos de tiempo y de trueques, redes agroecológicas, la economía feminista, entre otras. Busca demostrar que hay otros modos más justos, incluyentes y sustentables de vivir, producir y consumir, los cuales conviven en tensión con la economía hegemónica. No se impone desde arriba, sino que surge de la experiencia compartida de la base social y su potencial radica en su capacidad de articular, de incluir, de construir tejido social, de dar respuesta a las necesidades vitales de las personas que en ella participan. Así, hablar de ess es hablar de identidad, vínculos y acuerdos, estos que nacen desde la comunidad y que van recuperando el sentido de lo común.
Desde la solidaridad
Solidaridad humana es una moción. Tal moción puede suceder en cualquier momento, sin previo aviso, quizá causada por una intuición, una alerta sobre la situación de las personas, cuyas características propician una respuesta. Puede ocurrir sin pensar en ese nombre. Es una actitud, la cual puede surgir de la impresión o el efecto del encuentro con cierta situación. Puede conducir a realizar acciones en favor de alguna o algunas personas en situación de necesidad.
Las personas, los grupos, las comunidades y las instituciones también se mueven en modo solidario en relación con algún acontecimiento, el cual pide una respuesta y un compromiso genuino y libre. No obstante, existen actividades en la realidad cuyas características, objetivos y propósitos requieren de la solidaridad como un factor permanente de integración de las relaciones humanas del grupo, en especial cuando se realizan acciones necesarias para ayudar a constituir y mantener un vínculo entre las personas interesadas. Un caso importante de lo anterior es el de las organizaciones adheridas al modelo de economía social y solidaria.
Las organizaciones formadas con este modelo suelen encontrar dificultad para mantener el clima solidario cuando una decisión del grupo es considerada urgente y necesaria, y, sin embargo, afecta solo a algunos miembros, cuya reacción será de reclamo o extrañeza. La solidaridad puede ayudar a moderar las decisiones y atender los diversos reclamos, sin necesidad de acudir al método de votación cuya mayoría de votos decide qué hacer.
Ahora bien, conviene comprender la índole de la moción solidaria; no es una relación incondicional, es una relación convivencial. La moción surge no tanto por la necesidad o demanda de ayuda en problemas o dificultades, sino por causas asociadas a mantener y crecer la vinculación entre los individuos necesitados y quienes se ven conmovidos a dar(se) la ayuda, sea cual sea el problema o la demanda concreta. De ahí la importancia de reconocer la índole de la solidaridad en tanto una relación vinculada a los actos necesarios para conseguir un logro común. En esas circunstancias surge el recurso al “tejido social”.
Mendoza y González (2016) proponen así la idea de tejido social: “… es una metáfora para referirnos al entramado de relaciones que configuran lo que llamamos realidad social (Sztompka, 1995). Así, por tejido social entendemos un proceso histórico de configuración de vínculos sociales e institucionales que favorecen la cohesión y la reproducción de la vida social”.
Esa vinculación se sustenta en la confianza y el reconocimiento de una cierta coincidencia entre los miembros de una comunidad. Esa vinculación se mantiene y crece cuando las relaciones convivenciales se reconocen como un tejido social, es decir, un enlace vital en el cual los miembros reconocen la confianza en los demás y al mismo tiempo ser parte activa de un todo, el cual suscita el cuidado de las relaciones entre los participantes, condición para mantener una acción viva y creciente.
La construcción de tejido social permite reconocer cuáles son los aspectos concretos para cuidar, mantener y fortalecer ese tejido social, es decir, los ingredientes con los cuales las personas se sienten y se saben partícipes y a la vez responsables. De tal modo, se constituye en una base relacional con la capacidad de construir y vivir, todo el tiempo, todos los días, los acuerdos, acciones y valoración de acciones y objetivos logrados.
La responsabilidad puede verse como un valor personal propio de la conciencia de la persona. Desde esta dimensión ética, la responsabilidad se observa en las prácticas de las personas. En acciones solidarias, como las propias de comunidades de ess, la responsabilidad es personal y social a la vez, pues el tejido social y solidario pide acciones y prácticas responsables de los individuos y de la colectividad, cuya fuente es una fuerte articulación solidaria.
Desde el tejido en red
Al tejido social solidario lo podemos llamar sencillamente “red”, pues una red es un conjunto de puntos o nodos —de cualquier naturaleza—, relacionados, conectados entre sí por algo que los vincula. En una red relacional se vinculan personas para lograr un propósito a través de un objetivo común, mediante ciertas acciones en alguno de los ámbitos: cultural, político, económico, educativo o recreativo. Tal vinculación se vuelve real cuando esa conexión logra efectivamente reunir a las personas para activarse y avanzar en realizar el objetivo en vista a lograr el propósito. Dicho de otra manera, actúan como una red, se vinculan mediante los “hilos–conexiones” de la acción solidaria y responsable de cada nodo para realizar la tarea que le corresponde y constituye la responsabilidad colectiva necesaria para cumplir la tarea de la red solidaria.
Las redes sociales son estructuras formadas por personas, grupos y organizaciones que se relacionan a partir de intereses o valores comunes. A través de ellas se crean relaciones sin jerarquía o límites físicos. La acción en red permite participar con libertad a todos los nodos, sean grupos o sean individuos interesados.
Una red no es institución. La relación en red difiere de un club, de una empresa, de un equipo deportivo o técnico, de un grupo amistoso o de un partido político. Operar en red implica trabajar articulados, basados en la acción–solidaridad–responsabilidad y no en la normatividad.
Vale reiterar: los vínculos con los cuales se constituye una red no son normativos. Activarse para avanzar y lograr los objetivos que los convocan, mediante la colaboración con otros actores en red, con actividades comunes como divulgar la acción y propósitos de la red y así convocar a otros interesados, dar a conocer los logros cada determinado periodo y, sobre todo, alertar cuando hace falta la solidaridad y el tejer red social entre los miembros de la red y más allá.
Así, con la solidaridad se promueve y consigue el objetivo común; se acuerdan nuevas actividades y nuevos propósitos según la situación de la sociedad en su conjunto. El vínculo articulador de una red es el propósito solidario, causa de la acción responsable.
Desde el cuidado–conversación
Un aspecto clave en la práctica de solidaridad vinculada en red es la libertad para participar, contribuir y promover la red. Para el filósofo Humberto Maturana la solidaridad en un compromiso común es la capacidad de conversar, no solamente dialogar. En la conversación se puede mantener un intercambio sin buscar que el interlocutor se sume a las ideas de uno u otro. Se trata de escucharse y comprenderse y si se detectan puntos comunes, estar dispuestos a aceptarlos. Y cuando no, el respeto, la responsabilidad y el cuidado por el otro, mantiene la solidaridad.
Más allá del respeto está la convicción de acudir a la conversación como ese modo congruente con crear y mantener vínculo, el interés común y la solidaridad entre los interlocutores. Al aceptar el conservar el vínculo, se acepta la relación solidaria como el constitutivo de la conversación, en la cual podemos disentir y también ayudamos, seguir pensando, seguir actuando y comprometernos a identificar, repensar y conservar aquello que nos vincula, articula y solidariza responsablemente.
Conversar facilita participar con responsabilidad y cuidado en un ambiente de reflexión, discusión y acción solidaria, y propiciar la mejora, la indagación teórica y la operación de la acción solidaria. La clave es la comunidad que va “tejiendo” red de vínculos, red de acciones, red con mayor comprensión y compromiso… lo cual puede animar el espíritu y así contribuir al modo de ser comunidad vinculada y solidaria.
Hablar desde la comunidad ha de comprenderse como una alternativa al individualismo creado por las economías de mercado y el capitalismo. La red–vínculos–acciones solidarias–conexiones–conversaciones está en constante reflexión, corrección, propuesta, alteridad y solidaridad, siempre basado en el enriquecimiento del tejido social, los vínculos constitutivos de este y las nuevas oportunidades de desarrollo de la red.
Desde la experiencia
Nuestro proceso del proyecto Tejiendo Redes nació de la idea del tejido red antes descrita. Lo iniciamos sabiéndonos interconectados y relacionados por una apuesta en torno a la ess convocada sí, de manera institucional, pero también vista, o quizá vivida, en el quehacer de la otra y el otro. El proceso comenzó por no dar por sentado justo esto que nos relaciona, conversando desde lo personal, desde nuestras apuestas intrínsecas y haciendo mapas que nos reflejaron visualmente nuestro compartir y nuestro ser red. En una segunda etapa, considerando que podríamos enriquecernos al abrir una conversación complementaria a la académica, apostamos por compartir, desde nuestras prácticas concretas de acompañamiento, nuestras inquietudes, angustias, búsquedas, dudas y hasta fracasos. Posteriormente, en pequeño grupo, y en formato de entrevista conversacional, miramos para atrás para recoger los frutos y seguir construyendo imaginarios y preguntas.
En la primera etapa armamos y visualizamos un mapa de esta red que somos, más allá de lo institucional, y nos comprometimos a seguir
conversando sobre nuestras mociones personales y nuestras apuestas a la luz de lo que íbamos descubriendo de las y los otros. Para ello mapeamos cuatro claves: el deseo de colaborar con otra persona en su quehacer; las ganas de saber más de qué va eso que hace; la oferta de ayuda o apoyos desde lo que cada quién sabe, y la solicitud de ayuda o apoyo a otras personas. La moción solidaria, entendida como el impulso que conduce a realizar acciones en favor de otras y otros, aparece con claridad en esas cuatro apuestas: quiero saber, quiero participar, quiero ofrecer mi saber, necesito tu saber. Eso generó una disposición a pensar desde esas cuatro claves más en el cotidiano.
En la segunda etapa tuvimos seis conversatorios en los que compartimos nuestros procesos e inquietudes al acompañar a organizaciones de la sociedad civil desde la perspectiva de la ess. Conversaciones en las que nos animamos a participar desde lo personal buscando un intercambio con escucha, respeto y cuidado por quienes nos congregamos. Ampliar la conversación de esta manera es una apuesta al mantenimiento de vínculos donde no está de por medio la institucionalidad, sino el interés común de vernos desde ahí, desde esa dimensión más personal, en la que se vale disentir, ayudarnos, pensar juntas y juntos para mejorar nuestros procesos de acompañamiento, reflexionar y encontrar otros vínculos. Incluso cuando encontramos que, aunque las apuestas personales parecen compartidas, y lo son en lo general, también hay matices particulares en los que ya no se está tan de acuerdo. Identificar las diferencias ha sido valioso pues genera discusión, ayuda a ampliar miradas y propicia la autorreflexión.
En Robles Uribe, Muñoz Padilla y Ortiz Michel (2024) recogimos las claves del acompañamiento que se hicieron visibles en los conversatorios y que son comunes a quienes participamos. Queremos rescatar que la apuesta por una economía más justa, que pone a las personas como el fin mismo de la actividad, y no al capital, aparece en esas claves al hacerla visible a través de las organizaciones y los colectivos mismos. El tejido social, aunque no se nombró o caracterizó de la manera aquí compartida, cuando está roto, es pobre o está basado en prácticas que discriminan, fue el trasfondo de toda problemática identificada en los conversatorios. Quizá, como acompañantes, retomar la propuesta del tejido social apuntale una mirada para observar y trabajar los entornos desde la dimensión relacional. Reconocer, visualizar y trabajar desde ahí, tanto los diagnósticos como el acompañamiento, puede ayudar al desarrollo de vínculos que favorezcan la cohesión para responder colectiva, social y responsablemente a los retos que se viven.
Conclusiones
Finalmente, de las entrevistas queremos rescatar que la experiencia de Tejiendo Redes dejó un lenguaje y una conciencia de ser red de manera más explícita. En esas conversaciones quedó claro que no hablamos de una red de nombre, institucionalizada, cuya “membresía se otorga con una credencial”. Hablamos de ser red como una construcción continua, con el movimiento de un organismo vivo, en donde participamos algunos ahora en esto, en otro momento con otros en otra cosa, dependiendo de la activación de los vínculos.
Es justamente en el reconocimiento de las relaciones entre “los nodos”, en los vínculos, en las interacciones, donde se encuentran las oportunidades de “sumarme o de proponer algo”, favoreciendo la acción solidaria colectiva. También rescatamos el valor de los encuentros informales, juntarnos a comer, a jugar, en donde las redes de unas personas se cruzan y enriquecen con las redes de otras personas, mediante la conversación, creando también oportunidades personales y de acción conjunta. Muchas veces esas conexiones son sutiles.
Coraggio, J. L. (2011). Movimientos sociales y economía. En J. L. Coraggio (Comp.), Economía social y solidaria en movimiento (pp. 15–38). Universidad Nacional de General Sarmiento; clacso. http://repositorio.ungs.edu.ar:8080/bitstream/handle/UNGS/266/706_Economia_Social_y_solidaria_en_movimiento_para%20web.pdf?sequence=4
Francisco. (2015). Laudato si’: Sobre el cuidado de la casa común [Carta encíclica]. Vaticano. https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html
Laboratorio de Redes en la Sociedad del Aprendizaje (2023). Aprendiendo a tejer redes. Una metodología colectiva. En: Leal–Martínez, G. y López–Ramírez, Mario E. (coord.), Resolver problemas sociales: hacia una metodología de nodos articuladores (Complexus 11). Tlaquepaque, Jalisco: iteso, pp. 15–26.
Mankiw, N. G. (2012). Principios de economía (6.ª ed., Ma. G. Meza Staines & Ma. del P. Carril Villarreal, Trads.). Cengage Learning.
Maturana, H. (2001). Emociones y Lenguaje en Educación y Política. Ediciones Dolmen Ensayo. 10ª edición, 2001.
Mendoza, G. & González, J. A. (2016). Reconstrucción del tejido social: una apuesta por la paz. Centro de Investigación y Acción Social por la Paz del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro.
Quiroga Díaz, N., (2009). Economías feminista, social y solidaria. Respuestas heterodoxas a la crisis de reproducción en América Latina. Iconos. Revista de Ciencias Sociales (33), 77–89. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=50903307
Robles Uribe, J.; Muñoz Padilla, M. G. & Ortiz Michel, G. (2024). Conectando Prácticas: acompañamiento en la economía social y solidaria desde la experiencia. Revista Iberoamericana de Economía Social y Solidaria. Vol. 3, núm. 4, pp. 101–108. https://ecoss.ibero.mx/index.php/ecoss/article/view/44/47